Cuenta la leyenda que el príncipe troyano Troilo, hijo menor del rey Príamo, se enamoró intensamente de Crésida (o Criseida) hija del sacerdote troyano Calcas. Ambos se amaron apasionadamente inmersos en el ambiente bélico de la Guerra de Troya. Sin embargo, el traidor Calcas se pasa al bando enemigo y su hija Crésida se ve obligada a trasladarse al campamento griego. Ante tal separación la joven jura fidelidad a su amante Troilo, aunque una vez alejada de él es seducida por el guerrero griego Diomedes con el que también mantiene relaciones sexuales. Troilo, sin saber muy bien lo que le espera, se traslada para intentar verla, ya que la echa profundamente de menos, pero al llegar Ulises le descubre la historia obligándole a contemplar la escena de sexo con Diomedes.
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Fobia a comer por miedo a atragantarse
El miedo a atragantarse durante la ingesta de alimentos, o incluso líquidos, es un problema doblemente angustioso. La persona que lo padece tiene pánico a morir atragantada; el pánico es tan intenso y desagradable que para tratar de minimizarlo aparecen las conductas de evitación, es decir no comer, y en el peor de los casos no beber. De esta forma, al miedo inicial, se le une un miedo secundario: el miedo a enfermar o morir como consecuencia de no poderse alimentar correctamente.
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¿Puede el placer sexual, por sí solo, convertirnos en adictos patológicos?
Ciertamente el placer intenso va ligado a la activación de las áreas de refuerzo de nuestro cerebro que, a su vez, son las implicadas en las adicciones. Ante una determinada conducta o consumo de una sustancia se incrementa la dopamina en el núcleo accumbens, generando sensación de euforia, éxtasis, bienestar y motivación que nos llevará a repetir la conducta o consumo. La repetición excesiva a la larga puede dar lugar a una habituación en la que la dosis de dopamina empieza a parecer insuficiente. Es decir, las neuronas del núcleo accumbens se acostumbran, empiezan a aburrirse con la dosis que les llega y nos demandan un paso más allá en nuestra conducta o un aumento de la frecuencia o dosis (en el caso de sustancias) que les reporte mayores cantidades de dopamina. Y esto lo consiguen castigandonos sin reacción placentera y generando estados de ansiedad. Si a las neuronas del núcleo accumbens les aburre nuestro comportamiento, o droga consumida, hasta el punto de provocarnos malestar significativo es que ya somos dependientes.
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El miedo y los problemas de sueño en niños
Los “problemas” de sueño en los niños no pertenecen únicamente a la primera infancia ni al periodo de adaptación a su cama, una vez pasada esta etapa, y probablemente años después de que el niño haya dormido sin problema de un tirón en su propia habitación, pueden aparecer dificultades para conciliar el sueño y miedos que generan en el niño la demanda de regresar al cuarto de los padres o de que ellos se vayan con él.
La ansiedad y el miedo a volverse loco
¿Me estoy volviendo loco? La pregunta se repite varias veces en la consulta de psicólogos o psiquiatras. A veces se formula de maneras ligeramente distintas, en presente, o en futuro, pero esas palabras siempre contienen el inmenso miedo del paciente a que sus sensaciones y pensamientos sean síntoma de un trastorno grave que les haga perder la razón y el control de ellos mismos.
Agalmatofilia
El nombre “agalmatofilia” designa una atracción que, si bien puede parecer extraña o infrecuente, ha sido reflejada a lo largo de los siglos a través de la literatura. Nos encontramos ante una de las filias más artísticas y poéticas.
Peluchofilia (ursusagalamatofilia)
Sin duda nos encontramos ante la más tiernas de las filias, la peluchofilia, o lo que es lo mismo sentir excitación sexual y placer a través de muñecos de peluche. Y es que hay peluches que están de muy buen ver.
Dentro de esta filia también encontramos, siendo términos prácticamente sinónimos, la ursusagalamatofilia consistente en excitarse con osos de peluche o personas disfrazadas de animales.
Hibristofilia
Recuerdo el día que mi amigo Víctor, psicólogo forense y sexólogo, me enseñó, tapando cuidadosamente el título, la portada de un libro. En ella la fotografía de un hombre, elegante, de mirada algo extraña pero segura. Víctor me preguntó si me parecía atractivo. Fue la primera vez que escuché la historia de Ted Bundy y sus múltiples asesinatos y violaciones contra mujeres. Sin embargo lo que más me impresionó del relato no fue la crueldad o el abrumador número de sus crímenes, sino la pasión que tal individuo despertaba en féminas conocedoras de sus delitos, los cuales tenían por víctimas precisamente a mujeres. Pues bien, a pesar de ello, este personajillo provocaba no sólo atracción sexual, sino también emociones más cercanas a lo que entendemos como amor romántico, fuente de inspiración de las numerosas cartas que recibió estando preso. Pero la cosa no se queda sólo en palabras amorosas escritas en la distancia; Carole Ann Boone, una de sus enamoradas, contrajo matrimonio con Ted Bundy, condenado a muerte y con fecha de ejecución prevista. En el breve tiempo que duró su matrimonio ella se quedó embarazada.
Parafilias ¿Somos todos parafílicos?
El término parafília, del griego “para” es decir “fuera” o “al margen de” y “filia” amor, designa toda aquella conducta erótica o de atracción sexual en la que la excitación y el placer se obtienen “al margen” de la relación sexual en sí.
En este punto algunos homo sapiens occidentales (entre los que me incluyo) y seguramente todos lo huoranis1 nos preguntaremos “¿y qué es la relación sexual en sí?” El concepto tradicional occidental de “relación sexual en sí” sigue haciendo referencia exclusiva al coito, luego atendiendo únicamente a esa definición ¿cualquiera que se erotice y alcance el orgasmo fuera de la penetración heterosexual podría considerarse parafílico?
Rabietas
Entre las conductas infantiles que más ansiedad desencadenan en los padres encontramos las expresiones de rabia y enfado. Las denominadas “rabietas”.
Por este motivo numerosos manuales ofrecen pautas para afrontar o atajar las rabietas o berrinches de nuestros hijos. Tal vez entre todas las pautas que puedan darse la más importante es comprender que es normal, que se trata de una fase natural y evolutivamente adaptativa del desarrollo de los pequeños.