Los profesionales de la salud especializados en trastornos de la alimentación están alertando sobre la gravedad de un problema relativamente reciente cuya incidencia parece aumentar significativamente entre mujeres jóvenes y sobre el que aún se está estudiando.

Se trata de la alcohorexia, término que une los conceptos alcohol y orexia, (del griego órexis «ὄρεξις» impulso, deseo, apetito). Así pues, se hace referencia a la ingesta de alcohol como alimento principal.

Con frecuencia aparece definido como un trastorno en el que se une la anorexia con el alcoholismo, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos no consiste exactamente en la confluencia de ambos trastornos, sino en un problema diferente en el que aparecen una serie de conductas observadas en ambas patologías.

Es decir, consumo excesivo y frecuente de alcohol junto con la disminución de la ingesta de alimentos, en este caso como forma de compensar las calorías del alcohol.

En general se trata de mujeres jóvenes que, en principio no padecen anorexia, pero que sí están preocupadas por el peso y por mantener la línea. Junto a ello, se une que salen de fiesta a menudo y recurren al alcohol como forma de diversión, desinhibición y aumento de la autoestima. Como bien es sabido, el alcohol contiene muchas calorías, por lo que, para evitar el posible aumento de peso, se reduce el consumo de alimentos, especialmente en aquellos días en los que se sale de fiesta y se bebe más. A su vez, al no haber comido lo suficiente, el efecto del alcohol es más rápido e intenso.

En el perfil de chicas susceptibles de padecerlo se encuentran jóvenes universitarias, en los primeros años de realizar sus estudios, normalmente fuera de casa, que empiezan a salir con mayor libertad y a asistir a fiestas.

A nivel personal suelen ser perfeccionistas, preocupadas por la imagen corporal y obsesionadas por la moda. En muchos casos, son mujeres que han pasado los años previos a la universidad sin relacionarse demasiado, centradas en los estudios y sin una buena autoestima social, por lo que al llegar la etapa universitaria comienzan a centrarse en un nuevo estilo de vida en el que las fiestas son el eje central de sus relaciones sociales y el alcohol juega un importante papel como desinhibidor. A ello se une la falta de control por parte de los padres en la alimentación y la libertad de las chicas para decidir qué y cuándo comer y en qué gastar el dinero, que se invierte más en bebida y en fiestas, que en comida.

Las principales causas de este problema son claramente sociales. Por un lado, el creciente aumento del consumo de alcohol entre mujeres jóvenes, que ha llegado a igualarse al del los hombres; por otro lado el continuo bombardeo sobre la estética y la delgadez por parte medios de comunicación y, especialmente, de la publicidad. Junto a ello cabe señalar los modelos sociales que trasmiten muchas de las denominadas «celebrities». Iconos femeninos de moda que encarnan la belleza, el estilo, la fama y un tipo de vida que refleja una falsa liberación y diversión, basado en continuas fiestas “glamourosas” y en el consumo de alcohol.

Lo más peligroso de este tipo de conductas es que puede desembocar, no solamente en la denominada alcohorexia sino también en un trastorno de anorexia nerviosa y en la adicción al alcohol. Así mismo, existe una grave repercusión en la salud de estas mujeres: malnutrición, aumento de problemas digestivos, y devastadores efectos sobre el sistema nervioso, debidos principalmente a la disminución de vitaminas del grupo B (provocada doblemente, por la toxicidad del alcohol y por deficiencias alimentarias).

Esta carencia de vitaminas del grupo de las B pone en riesgo de padecer desde problemas emocionales hasta graves trastornos sobre la cognición y la memoria.

Como medida preventiva, se recomienda aportar pautas saludables de alimentación desde la infancia y educar en el consumo de alcohol responsable. Del mismo modo, es esencial forjar una buena autoestima, más allá de la consecución del perfeccionismo, e informar sobre la manipulación social a la que nos somete la publicidad, los imperativos de la moda y la estética y cuestionar los modelos de vida ideales que aparecen en nuestra cultura.

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