El embarazo, una de las mejores etapas de la vida para muchas mujeres, es también un periodo de cambios rápidos y continuos. Desde el mismo momento en que una mujer recibe la noticia de su embarazo, comienzan a producirse cambios tanto a nivel psicológico como fisiológico que, consecuentemente, modificarán otros aspectos de su vida.
La sexualidad, es una de las dimensiones humanas que más depende de otros factores de nuestra existencia, por ello, obviamente, los procesos de cambio que acontecen en el periodo de gestación modificarán la manera de percibir y sentir la propia sexualidad.
Muchos de estos cambios podrán ser fruto de las alteraciones físicas y hormonales, pero la gran mayoría, como veremos más adelante, tienen mucho que ver con aspectos psicológicos.
Los primeros estudios científicos constatados sobre la sexualidad en el embarazo en occidente, fueron realizados en 1966 por la pareja de sexólogos Master y Johnson. Posteriormente, otros estudios confirmaron la pauta general de cambio que ya había observado esta pareja y que se mantiene hasta día de hoy.
Los cambios en el deseo y en la sensibilidad que experimentan las mujeres, podrían dividirse en los tres trimestres del embarazo.
Primer trimestre de embarazo
Durante el primer trimestre suele haber un descenso el deseo y una menor frecuencia de las relaciones sexuales. Este hecho es debido fundamentalmente a que en esta etapa los cambios fisiológicos sueles ser más molestos: cansancio, náuseas, vómitos, dolor e hipersensibilidad en los senos fundamentalmente.
Así mismo, desde un punto de vista psicológico y especialmente en primíparas, encontramos que en los tres primeros meses suelen existir más aprensiones con respecto al embarazo y a la posibilidad de aborto lo que se traduce en una doble causa de disminución del deseo. Por un lado las preocupaciones y las dudas normales referentes a la nueva situación podrían generar en la futura mamá miedo y ansiedad, emociones que producen un descenso del deseo. Por otro lado, el temor específico a la posibilidad de aborto da lugar a que la pareja evite los movimientos del coito e incluso la mujer tema que las contracciones orgásmicas puedan perjudicar al feto. De tal modo, o bien se evitan las relaciones sexuales, o bien se tienen sin gozar plenamente de ellas por los miedos que rondan en la mente.
En este sentido, es importante que la mujer sepa que, en condiciones normales, las relaciones sexuales no entrañan ningún peligro para el feto. Excepto en aquellos casos de embarazo de riesgo, que veremos más adelante.
Por otro lado, el factor psicológico en esta etapa puede variar mucho según las diversas circunstancias de la mujer y de la pareja, especialmente todo lo referente a los planes previos al embarazo.
Por ejemplo, en aquellas parejas que deseaban el embarazo y éste se ha producido relativamente pronto (dentro del margen de tiempo que la pareja consideraba normal), no suele producirse tanto descenso de la libido como en aquellas otras mujeres que, o bien no lo deseaban o bien llevaban mucho tiempo intentándolo.
En el primer caso, los motivos de disminución del deseo resultan obvios. Un embarazo no deseado suele provocar una mayor alteración emocional, incrementar la ansiedad y los miedos y en muchas ocasiones puede ir acompañado de rechazo a la pareja.
En el segundo caso, cuando la pareja llevaba mucho tiempo buscando al bebé, las relaciones sexuales previas podían haber llegado a convertirse prácticas rutinarias, enfocadas a la consecución de un objetivo concreto (engendrar al bebe) más que al placer.
Este tipo de relaciones sexuales, pueden ir acompañadas de cierta tensión y preocupación, carecen de espontaneidad (ya que en muchos casos se está pendiente del momento y la hora de mayor fertilidad) y muchas veces se producen sin el suficiente deseo. Cuando el embarazo llega, sobreviene una gran alegría, pero las relaciones sexuales suelen disminuir, y algunas mujeres pueden llegar a rechazar cualquier estimulo sexual. No obstante, dicho rechazo tiende a cambiar durante el segundo trimestre de embarazo.
Segundo trimestre de embarazo
En esta etapa la gran mayoría de mujeres recupera el deseo sexual, y muchas de ellas afirman tener relaciones más placenteras que antes del embarazo. Incluso algunas mujeres han experimentado su primer orgasmo durante el segundo trimestre del embarazo.
Ello es debido a que durante esta etapa aumenta el flujo sanguíneo a la zona pélvica, lo que provoca mayor congestión genital aumentando la sensibilidad y la intensidad de las sensaciones. Además, las nauseas, cansancio y malestar general ya han desaparecido durante este periodo y el vientre todavía no está tan abultado como para provocar malestar. Aun así, no se debe realizar el coito en posturas en las que el vientre sea presionado, por lo que se recomienda que la mujer esté arriba o una posición lateral.
Con respecto a los factores psicológicos, una vez superado el primer trimestre, el miedo a perder el bebé disminuye. Así mismo, la idea de tener un hijo se asienta y la ansiedad inicial deja paso a una mayor seguridad e ilusión. Esta felicidad y bienestar psicológico se refleja en las relaciones afectivas y sexuales.
Tercer trimestre de embarazo
Durante el tercer trimestre las relaciones sexuales pueden volver a disminuir y pueden tornarse menos placenteras. Los motivos de este nuevo descenso responden, al igual que anteriormente, a factores tanto psicológicos como fisiológicos.
Entre las causas fisiológicas encontramos el aumento de volumen que, obviamente, dificulta la comodidad en las relaciones sexuales, especialmente en el coito.
En este sentido, se suele recomendar que si existe penetración se realice de lado, ya que la postura es más cómoda, la penetración es menos profunda y los movimientos suelen ser más suaves.
Respecto a los factores psicológicos algunas mujeres mencionan no sentirse sexualmente atractivas en este periodo. Esta idea normalmente conduce al descenso del deseo (algo mencionado en el artículo Influencia de la autoestima en las relaciones sexuales ).Por otro lado se trata de una creencia basada en prejuicios sociales. A la mayoría de hombres les resulta muy erótico el cuerpo de su pareja embarazada y por suerte cada vez más mujeres van siendo conscientes de la belleza y sensualidad de su cuerpo en todas las fases del embarazo.
No obstante, el factor psicológico que realmente incide con más fuerza sobre el deseo en esta etapa es el miedo. Vuelven a aparecer los temores a dañar al bebé y también surge el miedo a provocar un parto prematuro como resultado de la relación sexual y de las contracciones orgásmicas.
En este sentido, resulta esencial explicar que dicho miedo no es completamente infundado:
- En algunos casos las contracciones del orgasmo pueden desencadenar las contracciones de Braxton Hicks y prolongarlas, llegando a durar unos veinte minutos. Dichas contracciones son completamente normales no dolorosas, aunque a veces molestas, suelen aparecer entre la sexta u octava semana del embarazo de manera casi imperceptible y se van haciendo más intensas a medida que avanza el embarazo. Como hemos mencionado son inofensivas y naturales, su función es ir ejercitando al útero para prepararlo en el momento del parto, ahora bien, si se prolongan pueden llegar a convertirse en contracciones de parto y aflojar el cuello del útero.
- Del mismo modo, las relaciones sexuales con penetración pueden favorecer la maduración del cuello del útero, ya que el semen contiene prostaglandinas, sustancias que preparan el cuello del útero e intervienen en las contracciones. En ciertos casos se usan farmacológicamente, en concreto la PEG2 administrada intracervicalmente como facilitadores del parto.
Los datos expuestos parecen indicar que las relaciones sexuales en el tercer trimestre, siempre realizandose de manera cuidadosa, podrían ayudar a tener un parto más fácil. Ahora bien, también podrían ser causantes de un adelanto del mismo.
Por este motivo existe cierta discrepancia entre médicos a la hora de recomendar las relaciones sexuales en las últimas fases del embarazo. Y siempre estarán contraindicadas en casos de riesgo de parto prematuro. En este sentido lo ideal es seguir las recomendaciones del experto que conoce su embarazo.
A continuación se exponen algunos supuestos en los que no deben mantenerse relaciones sexuales, no obstante siempre debe preguntarse al especialista:
- Si se produce sangrado vaginal
- Si existe riesgo de parto prematuro
- Si se presenta placenta previa
- Si hay goteo de líquido amniótico
- Si se producen dolores intensos o calambres
- Si existen infecciones genitales
- En casos de embarazo múltiple, ante lo cual debe tenerse especial cuidado en el tercer trimestre.
Beneficios de las relaciones sexuales durante el embarazo
Ante la frecuente pregunta ¿son beneficiosas las relaciones sexuales durante el embarazo? La respuesta siempre suele ser afirmativa, excepto en aquellos casos en los que el médico las contraindique por motivos de seguridad.
Desde luego son beneficiosas, del mismo modo que cualquier otra actividad natural y no contraproducente que resulte placentera y sea deseada.
Uno de los beneficios más mencionados es la ejercitación del útero y músculos pubococcígeos de cara al parto.
Por otro lado, la excitación y el orgasmo aumentan el flujo sanguíneo en toda la zona uterina y vaginal lo cual provoca un aporte de oxigeno para el feto.
Así mismo los neurotransmisores y hormonas que nuestro organismo segrega durante situaciones de placer poseen beneficios tanto para la madre como para el feto. Especialmente las endorfinas y la oxitocina. Las primeras actúan como inhibidores del dolor, inducen al sueño y relajan (endorfina: morfina endógena). Del mismo modo provocan sensación de bienestar.
La oxitocina, es la hormona relacionada con el apego, la seguridad y la confianza.
Ahora bien, es preciso destacar que dichas sustancias no se liberan únicamente durante el orgasmo, si no en cualquier situación placentera. Es decir el bienestar general de la madre repercutirá, como es obvio, positivamente en el bebé.
En el caso de que disminuya el deseo o esté contraindicado el coito la mujer puede seguir experimentando muchas sensaciones agradables con su pareja a través de la sensualidad. Las caricias, besos, abrazos…el contacto físico general, así como la intimidad y el afecto son potentes inductores de la secretación de endorfina y oxitocina. Y el concepto de relación sexual no debe reducirse a “genitalidad” y mucho menos a coito.
En algunos casos la falta de deseo, la dificultad para alcanzar el orgasmo o sensaciones molestas durante un contacto sexual pueden ser una fuente de estrés para la madre, más que de bienestar, en cuyo caso en vez de estar beneficiando al bebé se le podría estar perjudicando. Por ello, es esencial escuchar nuestro propio cuerpo, comunicárselo a nuestra pareja y realizar aquellas actividades que resulten más agradables y placenteras.
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Como he comentado respecto a la lactancia, en el embarazo tampoco conviene generalizar porque la sexualidad en el embarazo, según el feedback que a mi me transmiten las madres, es también muy variable. Según la información que a mi me transmiten las parejas, yo me atrevo a ir más allá porque en el segundo trimestre me parece observar que no sólo «la gran mayoría de mujeres recupera el deseo sexual» sino que observo que muchísimas mujeres tienen la líbido más alta que antes del embarazo y que supera a la de sus parejas varones que a menudo, quizá por miedos infundados (¿a dañar al bebé?) o quizá por prejuicios, pueden tener, precisamente, la líbido disminuida. Aunque creo que no hay un patrón sexual claro y que no es bueno generalizar, me parece interesante comentar este caso que me parece observar se da con frecuencia. Por lo demás, me ha gustado leer el artículo porque se detiene a profundizar analizando cada trimestre del embarazo por separado.