Por zonas erógenas, en general, se entienden aquellas partes del cuerpo, que al ser estimuladas provocan mayor placer y excitan sexualmente. No obstante, es importante aclarar algo, tanto en hombres como en mujeres toda la piel es una gran zona erógena, por tanto, tratar de indicar de manera genérica, cuáles son estos lugares que desencadenan placer y excitación en la mujer (o en el hombre) sería ofrecer una visión muy sesgada de la realidad corporal.
Es cierto que algunas áreas de nuestro cuerpo son más sensibles que otras, lo cual muchas veces depende de lo expuestas que estén al contacto, no obstante el hecho de que sean sensibles al tacto no implica directamente que sean erógenas, es decir que estén vinculadas con la excitación y placer sexual.
Todo nuestro cuerpo está preparado para sentir el tacto, para ser acariciado, para dar y recibir el cariño físico
Todo nuestro cuerpo está preparado para sentir el tacto, para ser acariciado, para dar y recibir el cariño físico. Es más, no sólo está preparado para ello, si no que le es necesario. Sin contacto físico los niños pequeños pueden tener serias dificultades para sobrevivir, o para que su formación y desarrollo sea el adecuado; de hecho, los niños pequeños buscan el contacto físico sin ningún reparo. Sin embargo cuando somos adultos, comenzamos a mantener la distancia corporal y la estimulación que recibe nuestro cuerpo suele limitarse a las relaciones sexuales, y a veces sólo en aquellas partes que se da por hecho que son “las sexuales”, es decir: labios, pechos, glúteos y genitales. No obstante, estas zonas no tienen porqué ser más erógenas que cualquier otra parte del cuerpo, es más, pueden no serlo en absoluto. Lo que le dará el matiz erógeno a cada fragmento de nuestra piel depende, en gran parte, de la mayor zona erógena que poseemos los seres humanos: el cerebro.
El cerebro es el que procesa toda la información y le otorga el sentido sexual a una caricia determinada, a un contexto, a la persona que nos toca… todo ello es fundamental para despertar el erotismo. Si nuestra mente no está predispuesta, es decir, si nos encontramos fuera de contexto, real o mentalmente, puede dar exactamente igual donde nos toquen o nos toquemos. Así mismo, el cerebro, interpreta y valora la información en función de un aprendizaje previo, el cual en general, suele estar mediado por la cultura, por eso, existen sociedades en las que, por ejemplo, los pechos no resultan nada erógenos, pese a que sean sensibles, o como puede ocurrir en la nuestra, que zonas sensibles no resulten erógenas por estar impregnadas de algún tabú cultural, como el ano, en el caso de los hombres.
De esto se desprende que cometeríamos un grave error si diésemos por sentado que unas partes deberían excitar más que otras, y el error se agravaría si esta idea la llevamos a práctica.
El caso de los pechos y los pezones
El caso de los pechos y los pezones es bastante ejemplificador en este sentido.
Algunas mujeres sienten un extraordinario placer con la estimulación de los pezones, hasta el punto de alcanzar el orgasmo sin necesidad de tocar directamente los genitales. Por el contrario, no son pocas las mujeres que afirman carecer de sensibilidad sexual tanto en los pechos como en los pezones, aseguran que les da completamente igual, a otras incluso les resulta molesto e incómodo y por último en algunos casos la erogeneidad de esta zona puede depender de la fase del ciclo menstrual. Lo que está claro es que no se puede asegurar que la estimulación de senos y pezones resultará tremendamente estimulante en toda circunstancia y a toda mujer. ¿Qué ocurre con las chicas a las que no les excita tanto o nada? pues que si se da por hecho (como suele ocurrir) que es algo que nos provoca muchísimo, pueden sentirse raras o insensibles y angustiarse por ello, cuando en realidad, es algo relativamente habitual. De hecho es una preocupación que se manifiesta en consulta preguntando si es normal que no se inmuten demasiado cuando su pareja se centra en sus pechos.
Por otro lado, a muchas mujeres (y a hombres también) les erotiza la estimulación de determinadas partes del cuerpo, no tanto por la sensación que se produce en la piel, como por el “morbo” de dicha parte, lo sugerente que le resulte la imagen de su pareja dedicada a dicha zona, o la excitación que a su pareja le produzca el hacerlo; en esto, obviamente, también es el cerebro el que actúa de mediador.
Pero del mismo modo que nuestro pensamiento es esencial para disfrutar sexualmente, también puede jugarnos una mala pasada y hacer todo lo contrario, es decir, bien por pudor o complejos, convertir lo que podría ser una magnífica zona erógena en una parte vedada al placer. Por ello, para descubrir y sentir toda la sensualidad de nuestro cuerpo, es esencial no negar ni una parte del mismo.
Además puesto que el cerebro es el órgano sexual más importante, una buena forma de despertar nuestras zonas erógenas es “erotizando” nuestra mente. Nosotras solas podemos hacerlo fantaseando más, recreando imágenes (o atreviéndonos a verlas), leyendo literatura erótica, verbalizando las frases o expresiones que nos excitan…. La pareja puede hacerlo, sobre todo, estimulándonos verbalmente, seguro que has experimentado que cualquier caricia es mucho más placentera si va acompañada o la precede una frase excitante.
El factor del tipo de estimulación
Otra importante cuestión sobre este tema es el tipo de estimulación que hagamos o nos hagan, es decir, puede que un tipo de caricia en una parte del cuerpo nos deje frías, mientras que otra en la misma parte, sea especialmente placentera, o a veces (lo cual es como para desconcertar a la pareja) puede que un día nos encante, otro nos dé igual y otro nos resulte molesto. Es completamente normal, si te ocurre no te preocupes, lo importante es que sepas que todo tu cuerpo es susceptible de provocarte placer. Vamos por partes:
Partes erógenas
No es muy frecuente considerar la cara como una zona erógena, no obstante conozco gente a la que los besos en la frente, que parecen algo tan paternal, le excita muchísimo. Los besos en los ojos también pueden ser muy sensuales. Como ya he dicho, todo depende de cómo estemos y de quién y cómo lo haga.
El cuello, la nuca y los hombros son partes muy sensibles, en las que, a la mayoría de mujeres les encanta ser acariciadas, besadas, mordisqueadas, etc. Esto es algo bastante generalizado (puede haberlas, pero no conozca a ninguna chica que afirme que no le guste o le incomoden las caricias en estas zonas) y “casualmente” son partes para las que, actualmente, no hay un patrón tan estandarizado de belleza como para otras. El lóbulo de la oreja, por lo general también suele resultar muy excitante, sin embargo hay chicas a las que les desagrada.
Los brazos, en toda su extensión. En la zona interna suelen resultar más agradables las caricias delicadas, mientras que en la zona externa y más cercana a los hombros un poquito más fuertes, por ejemplo mordiscos suaves.
Las manos, también pueden ser muy, muy erógenas según como nos las acaricien o besen, por ejemplo, pasar la lengua entre los dedos o mordisquear con delicadeza la palma de la mano.
En los pechos, a muchas chicas les gusta sentir algo de frío… desde humedecer los pezones con la lengua y soplar suavemente, hasta juguetear con hielo.
El vientre, la cintura y las caderas, son zonas muy sensibles, por ello puede que te provoquen cosquillas, una buena forma de que esto no ocurra, es que antes de besarte en esta zona, deslice sus manos fuertemente desde la cintura hasta la cadera.
Las piernas y los glúteos. Al igual que ocurre con los brazos, la zona interna de los muslos es más sensible y, por lo general, es más agradable la suavidad en esta parte, especialmente en las ingles, mientras que en los gemelos, en la cara externa del muslo y en los glúteos se puede ejercer más presión, apretar, mordisquear, pellizcar despacito… Algo que puede resultar curioso: muchas chicas consideran sus rodillas como una zona erógena.
Los tobillos y los pies también son una parte muy sensual para (y en) la mujer, sin embargo a muchas chicas les incomoda que se los toquen o incluso se los vean. Si te ocurre eso analiza por qué puede ser y no niegues esta parte de ti. Para evitar las cosquillas en los pies, al igual que en la cintura, es aconsejable que antes de acariciar o besar esta parte, aprieten suavemente, pero con firmeza la planta del pie, de abajo arriba preferentemente.
Algunas propuestas
Como ves, parece que no existen partes no-erógenas, te animo a que innoves tanto en las zonas, como en la forma de tocarlas.
Probad algún día a prohibir las partes de siempre, incluso a mantenerlas tapadas todo el tiempo.
Geles, cremas, comida, aceites… Experimenta con texturas diferentes y con temperaturas. Por ejemplo, que tu pareja vaya dejando caer agua de sus labios suavemente por diferentes partes de tu cuerpo, en verano es una delicia, especialmente entre los dedos de los pies si están cansados.
Los collares de perlas pequeñitas también os pueden dar mucho juego, a los dos. Masajear con él entre las manos, dejarlo caer suavemente…
Los pinceles finitos, secos o humedecidos, por ejemplo en algo que luego pueda saborearse.
Conclusión
Por último quiero resaltar algo: casi todo el mundo ha oído hablar de lo fundamental que es el contacto físico, de la importancia que tienen (sobre todo para la mujer) los besos, las caricias, la estimulación en todo el cuerpo, pero todavía, a todo esto se le sigue denominando “preliminares”. Se considera que es algo previo a la relación sexual, con lo que en parte, se relega su importancia. Sin embargo, la realidad es que por si solas, estas conductas son relación sexual, sin precisar nada más, y pueden ser tanto o más satisfactorias que cualquier otra actividad sexual, como por ejemplo, el coito.
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Quiero felicitarte por el articulo, me ha parecido muy interesante.